En esta entrevista exclusiva, Helmut Kramer, fundador de la organización que ayuda a las víctimas de violencia sexual por parte de religiosos, La Red de Sobrevivientes, habla sobre la importancia de comprender los derechos humanos de la infancia.
¿Cómo te vinculaste a las campañas humanistas?
Yo entré al humanismo hace 21 años atrás. Vivía en Antofagasta, estaba pasando una crisis personal muy, muy fuerte. Siempre estaba muy relacionado con temas políticos y en ese momento había una campaña electoral y como humanistas tenían en la televisión algo así como tres segundos o sea, nada, y se les ocurrió hacer una de las campañas más transgresoras que se han hecho en Chile, que fue mostrar cuerpos desnudos en la tele con la campaña de los “empelotados”, estaban en pelota, estaban desnudos, pero lo vincularon a la violencia, a la discriminación, o sea, tenía un sentido muy político y me llamó mucho la atención. Tenían una página web. En ese momento me metí y escribí en la página, ahí se contactaron conmigo y desde ahí empecé a entrar al Humanismo. Eso ya hace 21 años, mucho tiempo atrás.
¿Entonces, qué me puedes decir sobre tu organización?
La Red de Sobrevivientes es una organización que nace hace cinco años atrás, conformada en su primer momento con hombres y mujeres que sufrimos abuso en entorno ecrisiático porque fuimos abusados por sacerdotes o por mojas, con una diversidad de gente muy amplia. Con el objetivo de promover en Chile la creación de una Comisión de carácter estatal que investigara a fondo la historia de los abusos eclesiásticos, que estableciera una verdad histórica al respecto y que propusiera medidas de reparación para las víctimas. Eso era principalmente. Hicimos algunos intentos con el anterior gobierno de Sebastián Piñera, que no fue muy mal. Experimentamos una negativa absoluta a una propuesta de este tipo, pero con el tiempo empezamos a trabajar también con activistas, gente que fue abusada en otros entornos, en entornos de casas de cuidado que están a cargo del Estado, que muchas veces también las entregaban a particulares, pero seguían siendo responsabilidad del Estado.
Hemos estado en contacto con gente que fue abusada en clubes deportivos por sus entrenadores. Hemos estado en contacto con gente que fue abusada en sus grupos de Scout. Entonces empezamos a trabajar en lo que nosotros hemos denominado el abuso en entornos institucionales. Actualmente, el trabajo que hemos hecho ha sido el escuchar a víctimas. Es increíble la cantidad de gente que, en un primer momento, lo único que necesita es que alguien que vivió en una situación igual o parecida, los pueda escuchar. Es gente que hoy está con sus fantasmas, que ni siquiera sus parejas saben lo que vivieron y necesitan expresar de alguna forma lo que sufrieron, lo que han vivido durante todo estos años, y que alguien que no los cuestione, alguien que no ponga un juicio de valor sobre lo que vivieron, solamente los escuche y entienden que la única persona que puede no poner un juicio es alguien que vivió lo mismo, porque no necesitas que te expliquen nada.
Entonces hemos hecho este trabajo, pero nuestra principal labor ha sido un trabajo de visibilizar en la sociedad chilena esta situación como un problema de derechos humanos, no como un problema solamente judicial, sino que es algo mucho más profundo, es un problema de violación a los derechos humanos, que el abuso sexual si es una forma de tortura.
Y eso ha ido calando muy hondo en la sociedad chilena. Cada vez es menos la cantidad de gente que cuestiona esta visión y, en paralelo, junto con esto, hemos ido avanzando con el actual gobierno, con el gobierno de Gabriel Boric. Logramos que en su compromiso de campaña, Gabriel Boric dijera que va a trabajar por crear esta Comisión y actualmente, de hecho, estamos en conversaciones y en reuniones con ministerios o subsecretarías del gobierno, avanzando en esa dirección, lo que para nosotros es motivo de tranquilidad. Se puede ir avanzando con un gobierno que no te van a cerrar las puertas y que entienden que lo que nosotros estamos proponiendo no tiene que ver solamente con las víctimas, sino que tiene que ver con el país.
¿Qué países cubre la organización?
Nosotros estamos en Chile, pero existen redes de sobrevivientes en Argentina, Perú, Colombia. La de Colombia es bastante nueva, hay algún tipo de organización. En España, por su sistema geográfico, entendemos que existe más de una organización. Nosotros por lo menos tenemos cercanía con una de ellas. En Australia, Irlanda, Canadá también ha habido organización. Las que te nombro son organizaciones que se han organizado por abuso de entornos eclesiásticos.
Pero por ejemplo, en Chile, nosotros trabajamos con organizaciones de abuso. Hay gente que trabaja el abuso en entornos de hogar, gente que fue abusada en el hogar por familiares directos o por amigos de familiares. En el caso por lo menos chileno, también se han ido agrupando y hemos ido trabajando con ellos. De hecho, con ellos trabajamos en su momento la propuesta de derecho al tiempo, que tiene que ver con la imprescriptibilidad o el fin de la prescripción a los delitos, a los abusos sexuales a menores de edad. Y ahí trabajó Derecho al Tiempo, que es una organización de sobrevivientes y activistas que trabajó para que no haya más abuso sexual infantil. Trabajamos nosotros y activistas que no pertenecen a organizaciones, pero que estamos en relación.
Mira, hay algo que hemos aprendido de la experiencia de los países donde ya habido organizaciones, donde hay comisiones de verdad, justicia y reparación, que la única forma de lograr que estas comisiones se hagan realidad, que el Estado se haga cargo y las cree, es que los sobrevivientes nos organicemos y empecemos a luchar. Si eso no sucede, no hay avances.
Eso es clarísimo y una de las grandes demandas que se ha ido levantando, no sólo en Chile sino que en general en todos los países, es la necesidad de que exista educación sexual integral. Hemos tenido grandes choques con la derecha y con la ultraderecha más conservadora, pero vemos en la educación sexual una herramienta potente, eficaz, de empoderamiento en sus derechos en las infancias y como una forma de poner un muro que ayuda a detener el abuso sexual infantil.
¿Entonces qué ha logrado la organización hasta ahora?
Lo que hemos logrado es visibilizar el abuso sexual como una violación a los derechos humanos, posicionarlo en la escala de los derechos humanos. Inclusive, junto con CREAM, que es una ONG Inglesa que trabaja en temas de derechos de infancias, pusimos una denuncia en el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas contra el Estado chileno por los casos de abuso en contactos institucionales y de menores de edad al cuidado del Estado. Entonces hemos logrado posicionarnos en esa instancia, que ha sido clave para entender. Si nosotros no lo hubiéramos hecho, no se lograba entender la necesidad de una Comisión de verdad, justicia, de reparación.
En segundo lugar, entender de que este problema del abuso es un problema político. No entendido en el sistema necesariamente partidista, sino que en la necesidad de elaboración de políticas que apunten, en primer lugar, en la defensa de las infancias y en su posicionamiento como seres de derecho y en su protección real y efectiva y, en segundo lugar, que trabaje en el cuidado de quienes ya fuimos víctimas de abuso, en reglas que ayuden a reparar el daño que se ha provocado y esto es porque se ha ido entendiendo que el abuso es un problema de Estado, no es un problema entre particulares. Creo que esas dos cosas, que hoy día se han ido posicionando muy fuertemente en la sociedad chilena, han sido dos de los grandes avances que nos faltan.
La Comisión de verdad, justicia y reparación como un espacio que logre institucionalizar estos avances, que son cualitativos, que los institucionalice y los logre hacer cuantitativos, que diga finalmente esto es la verdad de lo que ha sucedido en Chile desde tal año hasta la fecha, que diga quienes son las instituciones y quienes son los responsables, pero también que lleve a la realidad actos de reparación simbólicos y materiales.
Cuando hablamos de la Comisión, decimos que ella tiene dos aspectos importantes: una es la verdad, justicia y reparación, que va a unir; y la otra que son los actos de no repetición o la no repetición. Y la no repetición no tiene que ver con quienes ya sufrimos abuso, tiene que ver con las infancias, con quienes no lo han sufrido y no queremos que sufran. Y eso implica un cambio cultural, un cambio de políticas públicas, un cambio de mirada que deja de lado la mirada adultocentrista y la pone en los derechos humanos, de género y con las infancias como prioridad, con eso como valor central que, así como humanista y como siloísta, pone al ser humano como valor central.
En 2005 un artículo publicado por Western People proponía la relación entre el celibato clérico y el abuso sexual. ¿Hasta qué punto crees que esta relación puede ser cierta?
Esa es una discusión muy fuerte que se da entre quienes denunciamos y luchamos contra el abuso sexual eclesiástico. Hay quienes plantean que hay una relación directa entre el celibato y el abuso, hay quienes creemos que no necesariamente hay una relación directa. Yo creo personalmente que si la hay. Creo que hay una relación entre el no saber trabajar con la energía interna, hay religiones que practican el celibato y tienen poquísimas denuncias de abuso. En el caso de la Iglesia Católica, ellos, cuando hacen el voto de celibato, es como que bloquean su sexualidad, como que ser celibes es no tener sexo. Me refiero no al acto sexual sino a su órgano como que no existe, como que no existen sus genitales, como que lo bloquean y no se despliega correctamente. Creo que ellos sí necesitan ayuda de ese tipo, entender que se puede ser celibe pero no por eso se deja de ser un ser sexual.
Creo que ahí radica el verdadero problema. La gente termina culpando y dice cosas tan locas o descabelladas como que el problema es que son homosexuales. Cuando de hecho la gran mayoría, y de ello hay estudios mundiales que están ultraratificados, que no tiene que ver con ser homosexual o ser heterosexual, no tiene que ver con eso para nada. Personalmente nunca he estado de acuerdo con esa tesis que plantea de que no tiene que ver con que ellos bloquean mentalmente su sexualidad. El bloqueo siempre, siempre, siempre, siempre sale de alguna forma. Es imposible bloquearlo de por vida. Cualquier cosa, o sea bueno, lo sabemos muy bien, lo tenemos clarísimo, o sea siempre va a salir y va a salir de forma violenta.
¿Dado que más del ochenta por ciento de las víctimas de acoso sexual por parte de miembros de la inglesia son hombres, podemos de alguna manera relacionar esto con el intento de erradicar la homosexualidad dentro de la inglesia?
Sí, puede haber alguna relación con la Iglesia Católica pero no se puede concluir, porque también tenemos mujeres abusadoras. Tiene que ver con la Iglesia, donde también se ha abusado de niñas, de menores de edad. Entonces hay ciertas características especiales del abuso que vale la pena estudiarlas. Una tiene que ver con esa relación del abuso hombre a hombre, mujer a mujer, y tiene que ver con algo también más profundo, que dice relación con el quiebre del sistema de creencias. No te olvides que todos quienes sufrimos abuso eclesiástico, en ese momento todos éramos católicos. Y la situación del abuso rompe la creencia, una de las cosas más fuertes del ser humano, puede ser bueno o malo, pero uno se paró ahí, desde ahí uno se desarrolla en el mundo y es por eso que tenemos hermanos y hermanas que se han suicidado porque se rompe eso y te desmoronas.
Tenemos altos índices de gente que no logra establecer relaciones de parejas sanas, que no logra relacionarse bien con el poder, tiene problemas con su jefatura laboral, etc…
Muchas cosas de las que estamos hablando aquí se basan en nuestras opiniones, pero ahora vamos a hablar un poquito de estudios, dado que la mayoría de los delitos se cometen son de hombre a hombre o mujer a mujer. ¿Usted cree que si hubiera más mujeres en puestos más altos que esas instituciones, algunos delitos podrían haberse prevenido?
Mira, puede ayudar, siempre y cuando exista un cambio que tiene que ver con algo cultural. La Iglesia Católica tiene ciertas características. Primero, es la o una de las instituciones más antidemocráticas que existe en el mundo. Desde la elección del Papa para abajo, todo es a dedo. Es una institución profundamente patriarcal y eso está enraizado. Una vez conversaba con un ex sacerdote, él renunció al sacerdocio justamente porque lo persiguieron por denunciar el abuso dentro de la Iglesia y me decía que el modelo es el del siglo IV. De ahí en adelante se mantuvo todo, porque antes eran comunidades de base con arraigo popular, era otra mirada.
Entonces pueden tener más o menos mujeres, pero si eso no cambia, o sea, la experiencia nos dice de que una mujer con un concepto patriarcal puede ser tanto o más dañina que un hombre con un concepto patriarcal. Entonces, si no existe ese cambio, un cambio interesante, nada pasará. Me comentaron que en Concepción había comunidades de base que estaban haciendo sus actos litúrgicos, su misa, sin sacerdotes.
Los mismos laicos se organizaban y ellos hacían la misa. Pensé que están rompiendo con estructuras de poder, esas cosas y el sistema paritario hombres, mujeres, o sea, ese tipo de cosas puede dar indicios de cambios reales porque más encima vienen desde las bases. Si el Papa, el Papa actual, Jorge Bergoglio, Francisco, como le quieran decir, es un encubridor de abusos sexuales en Argentina, él fue encubridor, fue maltratador de víctimas, todo el trabajo que ha hecho como Papa ha sido un marketing político, sin hacer cambios reales, entonces si él dice voy a poder abrir a más mujeres, para nosotros no significa ningún cambio porque viene de arriba hacia abajo. Pero si el cambio se produce desde las bases y empiezan a democratizar la institución en todo sentido, uno puede decir que acá puede haber un cambio.
¿Cuáles son las principales razones por las cuales las víctimas no denuncian los delitos? ¿Y cuál es la parte de los estereotipos religiosos en juego?
Varias. Las razones porque las víctimas no denuncian son la vergüenza, el sentimiento de culpa por haber sido abusados. Mucha, mucha vergüenza de lo que pasó, de lo que a uno le pasó, de lo que a uno le tocó vivir. Esa es la principal razón.
Segundo, en el caso de los hombres abusados y esto tiene que ver con la cultura machista y el miedo a que sean acusados de ser homosexuales por haber sido abusados. Es una tontería, pero es real. Miedo de ser catalogados, de ser homosexuales por haber sido abusados. También, en muchos casos he visto hombres que ya tienen constituida una familia, que tienen todo un sistema social constituido y tienen miedo de que si ese sistema social sabe que fueron abusados, se desmorone. Miedo a perder ese estatus. Ahora he visto casos, y conozco casos, de hombres que han denunciado y entonces sus esposas los dejaron, justamente por haber sido abusados y se terminan divorciando. Eso también es una realidad. Esas son las principales razones. Hay un grupo de sobrevivientes, que sigue siendo parte de la Iglesia y cree que si denuncia le va a hacer daño a la Iglesia, o sea anteponen a la institución por sobre la situación de abuso que vivieron.